domingo, 13 de noviembre de 2011

Te espero

Tanto dolor y los ojos se derraman
sobre la tristeza que se enfrenta con la muerte
Y no las quiero cerca, muerte y tristeza, porque ríen
de la amargura que llora el próximo inquilino
que habitará su casa; su gran casa.

Hola muerte le digo entre los lamentos
de quien no quiere conocerla. A qué esperas
aquí tienes tu zorra, déjale que duerma entre
tus garras camufladas de inevitable eternidad
es el abrazo que nadie quiere, al que nadie escapa

Lágrimas como el sudor del condenado
Como el rocío sobre rosa marchita
Lágrimas de acero que cortan sus sonrisas
y torturan sus ilusiones como el gato que cae
sobre la espina dorsal del sable que pone final

Te lo has llevado, yo le he cuidado y tu sabias
qué hora era, y yo sabía que era tarde…
Maldita puta de calle oscura, húmeda y siniestra
No supe pagarte, y tu no supiste esperarte
Le buscabas y yo lo sabía. Le reclamabas y allí estuvo

2 comentarios:

  1. a la muerte ya no la engañamos, amigo, ella es la más antigua y la más sabia.No acepta sobornos, ni promesas, ni cambios del tipo: llévame a mi en su lugar.
    Un buen poema, amigo, doloroso, real, lacerante, amargo.

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  2. La muerte estuvo junto a él en sus últimos meses alargando lo inevitable; expectante. Pero era yo el que escuchaba su sufrimiento, era yo el que quité su sangre o le di de comer. Al final todos cumplimos: yo le entregué, él se fue, y ella se lo llevó.
    Gracias por tu comentario...

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